El patriarcado.
La palabra patriarcado proviene originalmente del griego y quiere decir “gobierno de los padres”.
Esto hacía referencia al gobierno que ejercían el padre dentro de la familia y el poder que ejercían
sobre el sexo femenino.
Podríamos definir el patriarcado de manera sencilla y resumida como: “Forma de organización
social, política, económica y religiosa, basada en la de autoridad suprema del varón sobre la mujer”.
Es significativo observar cómo independientemente del país en el que se viva, existe una característica común a todos ellos: los puestos claves en el ámbito político, económico, religioso y militar se encuentran, exclusiva o mayoritariamente, en manos de los hombres.
Esta situación de poder de los hombres lleva aparejadas situaciones de dominación e incluso de
explotación de las mujeres y, por tanto, hablamos de sociedades patriarcales.
Es una forma de sociedad en la cual toda la autoridad que se encuentra en ella es ejercida por
medio del hombre o jefe de la casa, al cual se le denomina patriarca. Esta definición puede llegar a extenderse a todo tipo de organización en el ámbito social en las cuales se puede observar un
desequilibrio entre los hombres y las mujeres, en la cual hay beneficios para los hombres a costa
de una limitación de derechos y poderes de las mujeres.
Gerda Lerner (1986, lo ha definido en sentido amplio, como: "la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños/as de la familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general".
Algunas de las particularidades del modelo patriarcal es la masculinidad como valor universal y
hegemónico del patriarcado. Desglosando estas características, del modelo tradicional de
masculinidad, nos encontramos con:
La masculinidad como hombría, potencia, fuerza y necesidad de mostrar valor,
riesgo, autoridad, imposición, protector, cazador, proveedor del hogar; antítesis de
debilidad, del dolor y del miedo.
La masculinidad como razón, inteligencia, capacidad, sagacidad, resolutivo, creador,
dueño del patrimonio, cuya opinión, deseo y voluntad es lo más importante, principe azul.
Esta visión androcéntrica, la cual sitúa al hombre en el centro del universo, dando un gran valor a
la masculinidad tradicional y por consiguiente, menos valora la femineidad tradicional.
Atribuyéndole a la mujer un carácter débil, sumisa, emocional, reproductivo, incapaz, indefensa, princesa con necesidad de ser salvada.
Este modelo tradicionalista provoca la invisibilización de la mujer en cualquier espacio, ya sea en el ámbito social, político, laboral, cultural y religioso. Por consiguiente, Las mujeres desaparecen delos ámbitos de poder y de toma de decisiones y quedan relegadas al espacio íntimo y privado, el ámbito familiar. Pero ahí también se hace presente el patriarcado.
En este modelo social de dominación, las mujeres se llevan en gran medida, la peor parte. Pero los hombres salen también perjudicados, ya que se les fuerza a cumplir cánones establecidos que pasan facturas emocionales y morales.
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